De nuevo, en la calle; de nuevo, en lucha. Los vigilantes de seguridad nos hemos concentrado en la mañana de hoy en Madrid ante la más que presumible dilatación en el tiempo, más allá de lo razonable, de las negociaciones en aras de firmar un nuevo convenio colectivo.
Este sector, donde priman aspectos que están más por la cantidad de servicios a acaparar que por la calidad del servicio ofrecido, donde los clientes contratan "seguridad barata" a empresas que no cumplen con sus obligaciones ante los trabajadores y los organismos públicos (Agencia Tributaria y Seguridad Social principalmente), siempre ha estado castigado por extender las negociaciones, algo que supone una fuente atípica de ingresos a las empresas (vistos los últimos convenios, donde algún año ha pasado "en blanco", podremos observar que las retribuciones de esos años no han sufrido incremento alguno, quedando las tablas salariales en retroactividad con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo) y por lo que les importa poco o más bien nada que se tarde en llegar a un acuerdo medianamente razonable.
Por supuesto, teníamos que estar allí; no solo nos lo demanda el sector, sino el sentido común: si no nos movilizamos nosotros, es difícil que salga del trabajador una fuerza que impulse a presionar a las empresas. Todavía estamos en tiempos donde muchos trabajadores desconocen la diferencia entre huelga, manifestación y concentración, algo que parece impensable, pero que es consecuencia de la poca conciencia a la hora de reclamar por nuestros derechos, a lo que se añade el miedo a represalias por parte de la empresa e incluso a perder el puesto de trabajo en el peor de los casos.
El derecho a la huelga es uno de los derechos fundamentales recogidos ya en la Constitución, más en concreto en su artículo 28; el derecho a manifestarse pacíficamente, al igual que el de concentración, figuran en el artículo 21. Es por ello que ningún trabajador podrá ser despedido por actuar de esta forma, pacíficamente y en defensa de sus intereses, aunque la empresa pueda intentarlo; ya se encargarían posteriormente los tribunales de dictaminar lo que fuera oportuno en caso de un despido o una sanción por ejercitar los derechos reconocidos, tanto en la Constitución como en la Ley Orgánica de Libertad Sindical.
Por eso, y porque se prevé una negociación larga, es preciso que se pierda el miedo; si hoy hemos sido cientos, y no solo en Madrid sino también en diversos lugares del resto de España, debemos ser miles para exigir un convenio justo donde recuperemos el poder adquisitivo en los últimos años y se dejen de aplicar recortes salariales que únicamente engrosan las cuentas de resultados de las empresas.
Seguimos luchando, siempre hasta el final.
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